¡Ríase… si puede!

Navidad, época de abundancia, paz, alegría, amor, perdón, y el poder compartir la bondad y los buenos deseos con la familia y amigos. Por ello, propongo reírnos en estas líneas… total, el buen humor es un poderoso distractivo, que no hace daño a nadie, y, por el contrario, se antoja como una terapia que contribuye a la buena salud mental. juzgue usted.

(1) En un palenque, un apostador pregunta cuál de los dos gallos de pelea es el mejor. Le dicen que el blanco, y apuesta por él. En el primer encontronazo, el blanco cae fulminado. Entonces el apostador reclama. ¿Por qué me dijeron que el blanco era el mejor? Y le responden: El blanco era el mejor, pues el otro es un verdadero asesino.

(2) En un pueblo había una cantina frente a un panteón. La cantina tenía un letrero que decía: “Aquí se está mejor que enfrente”. Los del panteón tenían el suyo que decía: “Aquí están los de enfrente”. (3) Vamos directos a la extinción: Mi bisabuela-12 hijos. Mi abuela-6 hijos. Mi madre-3 hijos. Yo-1 hija. Mi hija-1 gato. Su gato-castrado. (4) Después de mi reciente examen de la próstata, que era uno de los análisis más completos que he tenido, el doctor se fue y entró la enfermera. Mientras ella cerraba la puerta, ella me hizo la pregunta más tétrica que jamás había escuchado. Ella dijo: ¿Quién era ese tipo?

Y (5) Al Padre Remigio le estaban haciendo su cena de despedida por sus treinta años de trabajo en la parroquia del pueblo. Un prestigioso político miembro de la comunidad fue invitado para dar un breve discurso. Como el político tardó en llegar, el sacerdote decidió dar unas palabras él mismo para llenar el tiempo: «Mi primera impresión de la parroquia la tuve con la primera confesión que me tocó escuchar. Pensé que me había enviado el obispo a un lugar terrible, ya que la primera persona que se confesó me dijo que se había robado un televisor, que les había robado dinero a sus papás, había robado también en la empresa donde trabajaba, además de tener aventuras con la esposa de su jefe…también en ocasiones se dedicaba al tráfico y a la venta de drogas. Y para finalizar, confesó que le había transmitido una enfermedad venérea a su propia hermana. Me quedé asombrado, asustadísimo…

Pero cuando transcurrió un tiempo, fui conociendo más gente y vi que no eran todos así. Descubrí una parroquia llena de gente responsable, con valores, comprometida con su fe. Y así he vivido los treinta años más maravillosos de mi sacerdocio». Justamente en este momento llegó el político, por lo que se le dio la palabra. Por supuesto, pidió disculpas por llegar tarde y empezó a hablar diciendo: «Nunca voy a olvidar el primer día que llegó el Padre a nuestra parroquia… De hecho, tuve el honor de ser el primero que se confesó con él…». Dicho esto, ¡Feliz Navidad!

J.J. Pérez López.
Barrio El Manchén.
Tegucigalpa, M.D.C.

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