Este mes, Jacobo Atala dice adiós a su vida bancaria de 41 años, durante los cuales lideró uno de los bancos más sólidos del país y de la región. Desde niño tenía claros sus ideales: siempre soñó con ser empresario, y trabajó para lograrlo. A los 29 años comenzó a trabajar en BAMER y desde que este banco se convirtió en BAC Honduras, ha sido su presidente ejecutivo, desde donde dio un fuerte impulso a los emprendedores y fundaciones sociales del país. Hijo del empresario Pedro Atala y Victoria Zablah de Atala, ambos ya fallecidos, tiene, entre sus recuerdos, sus paseos en Navidad por el parque Central de Tegucigalpa, cuando era niño y sus estudios en la UNAH, donde culminó una licenciatura en Administración de Empresas. Considera a su padre su maestro, reconoce que sus enseñanzas fueron determinantes en su desempeño empresarial.
Este mes se retira de BAC Honduras, pero seguro que en esa institución financiera siempre se sentirá su influencia, aunque no esté físicamente, su huella es imborrable.
–¿Quién es Jacobo Atala?
Soy un hombre de familia, banquero y empresario hondureño.
-¿Dónde nació y qué es lo que más recuerda de su niñez?
Nací en Tegucigalpa, soy capitalino de toda la vida. Estudié en el San Miguel, cuando estaba en Comayagüela y luego, la carrera de Administración de Empresas en la UNAH.
Mis recuerdos más gratos son pasear por el centro de Tegucigalpa en las navidades, ir caminando desde mi casa, frente al parque La Merced, hasta el colegio con mis hermanos. También, recuerdo los viajes de pesca al Golfo de Fonseca e ir de cacería a Comayagua con mi padre, Pedro Atala.
-¿Alguna vez soñó con ser un empresario de éxito?
Siguiendo el ejemplo de mi padre, siempre pensé en ser empresario y me inicié en CAMOSA. Posteriormente, a mis 29 años, asumí el reto de dirigir BAMER, ahora BAC Honduras, cuando los socios me lo solicitaron y tuve el apoyo de mi padre.
Después de 41 años de dirigir el banco, poder retirarme de manera ordenada, planificada y profesional es para mí un éxito en la culminación de mi carrera bancaria, especialmente, sabiendo que entrego una organización sólida, exitosa, que sostiene respetadas posiciones de liderazgo en el mercado y cuenta con la confianza de sus clientes.
–¿Quién de sus padres perfiló su vida como empresario, qué consejos le dieron ellos?
Ambos influyeron en forma determinante, primero mi madre a quien yo ayudaba en la tienda que era de mi abuelo, el Bazar Jerusalén. Por supuesto, también mi padre, quien me pidió que me quedara estudiando la carrera universitaria en Honduras, ya que él consideraba relevante que conociera el mundo empresarial, donde iba a desarrollarme y pudiera aprender en la práctica, estando cerca de sus centros de trabajo. Él hablaba conmigo, me brindada su confianza y apoyo. En medio de los desafíos enfrentados en el camino, estuvo siempre orgulloso de mí por los resultados logrados.
–Al ver hacia atrás y hacer un recuento de su vida, ¿cómo considera que ha sido?
Considero que he tenido una vida satisfactoria, con muchos retos, pero también con metas cumplidas, tanto a nivel profesional, como familiar. Durante el camino he tenido la suerte de contar con gente muy buena a mi alrededor, que me apoyaron y de quienes también he aprendido mucho. Es muy importante estar cerca de Dios, para luchar por ser mejor persona.
Agradezco a Dios, mi familia, colegas y a todo el equipo de BAC por su dedicación y apoyo, ellos han hecho posible todo lo que hemos logrado.
-Ahora que ha decidido dejar atrás su vida de ejecutivo y banquero, ¿qué consejo puede darle a la juventud?
Que trabajen duro, con responsabilidad y visión, cuidando la reputación de sus instituciones y que se rodeen de un buen equipo de trabajo, con profesionales éticos y competentes que les hagan sentir cómodos y respaldados.
-¿Logró todas las metas que se propuso en su vida laboral?
Estoy entregando un banco sólido, líder en el sistema financiero hondureño, que pertenece a un grupo regional importante y sobre todo con un equipo humano de alta calidad y una reconocida reputación.
Siempre hay desafíos que hubiera querido sobrellevar mejor, lo que sí puedo decir es que siempre traté de actuar con buena fe, con rectitud de intención y sin hacer daño a nadie, procurando ayudar cuando era posible.
-¿Cuál es su mayor tesoro?
Mi familia, mi fe en Dios y mi ética profesional.
-¿Cómo quiere ser recordado?
Me gustaría ser recordado como alguien que inspira a actuar con responsabilidad, integridad y con el compromiso de hacer bien su trabajo, siempre con respeto a los demás y a las leyes del país.
También como un esposo, padre, hermano y abuelo presente, que disfruta compartir y respaldar a su familia.
-¿Cómo se siente de su huella en el mundo de la banca, donde gracias a su notable gestión ha colocado al banco en un sitial de honor en la región?
Creo que me dediqué a dirigir un banco que no solo debe generar utilidades, sino que también debe aportar al desarrollo del país, para que salgamos adelante todos, impulsando una cultura de respeto y trabajo bien hecho, sobre todo, en equipo, cuidando los detalles para hacer las cosas bien.
A la vez, procuré influir a que la AHIBA fuera la entidad que velara por el bienestar del todo el sistema financiero nacional.