Si un día me volviese a caer, quisiera que la fuerte mano de tu amistad me brindase su sostén franco.
Si un día las lágrimas de la tristeza cayeran como cayeron ayer, quisiera que fuesen enjugadas por quienes me aman.
Si un día quisiera volar y alcanzar la cima de cielo azul quisiera que en mi vuelo me acompañaras.
Si un día mi cuerpo quebrantado ya no quisiera levantarse, rogaría de ti una plegaria de esperanza.
Pero si un día partiera por fin, pediría que no me olvides y que orases por el descanso de mi alma!
Marco Tulio Medina
Tegucigalpa, M.D.C.