“FLORES –mensaje del compañero de universidad en LSU– empecé tu libro (abrí mis regalos el mero día de Navidad)”. “¡Qué lectura más agradable!”. “Me llegó mucho las cartas a Sofi”. “Qué atinados todos tus pensamientos, como acertados los principios que resaltan”. “La historia de LA TRIBUNA, ¡qué amena!”. “Voy entrando a “La Fe”, y cada vez voy disfrutándolo más”. “Gracias por tan valioso obsequio; abrazo fuerte”. Ya en las postrimerías del año y en la antesala del venidero, iniciamos la semana –algunos apuntes de la IA– con historias y anécdotas reales de la antigüedad que resaltan valores simbólicos asociados al fin de una época y el comienzo de otra, llenas de enseñanzas y momentos inspiradores: “En la Antigua Roma, el dios Jano era el símbolo de los comienzos y los finales, representado con dos caras mirando en direcciones opuestas”. “Cada inicio de año, los romanos abrían las puertas del templo de Jano como un acto simbólico para marcar la transición de un ciclo al otro y pedir protección para las empresas futuras”. “Durante los períodos de paz, las puertas permanecían cerradas, pero en tiempos de guerra, se abrían como señal de que Roma estaba movilizada”. “Este rito reflejaba la esperanza de cerrar ciclos de conflicto y comenzar eras de armonía, simbolizando la dualidad de los finales y los nuevos comienzos”.
“En el 323 a.C., Alejandro Magno montó una de las celebraciones más grandes conocidas de su tiempo en Babilonia, marcando el fin de sus conquistas y su deseo de unificar Oriente y Occidente en un solo imperio”. “Organizó matrimonios masivos entre macedonios y persas para simbolizar una nueva era de integración cultural”. “Aunque su muerte poco después impidió que este sueño se consolidara, el evento quedó como un ejemplo de la intención de cerrar divisiones y mirar hacia un futuro de unidad”. “El emperador Constantino el Grande marcó el comienzo de una nueva era al trasladar la capital del Imperio Romano a Bizancio, renombrándola Constantinopla”. “Este acto no solo fue político y estratégico, sino que también simbolizó el fin de la época pagana y el inicio del cristianismo como fuerza central del imperio”. “La ceremonia de fundación estuvo cargada de simbolismo, con rituales destinados a bendecir el terreno y garantizar un futuro próspero para la ciudad. Representó la creencia en la renovación y en construir un nuevo orden sobre los restos del viejo”.
(Antes que el diablo lo sepa –entra el Sisimite– ¿qué te parecerían unas palabras de correspondencia a los gentiles mensajes enviados por muchísimos amigos y amigas del colectivo que leen, y valoran la lectura del libro Kairós que recibieron de regalo navideño? -Como el epílogo del libro –reacciona Winston– que ya dijiste, en el proceso de lo platicado, sin quererlo, a medida que formulabas la pregunta, lo que se tenía que decir. -Y a propósito de fronteras entre dos épocas –recuerda el Sisimite– ¿supiste que la idea de titular el libro “Kairós” parte del momento cuando su autor fue el mandatario hondureño que asistió a la cumbre organizada por la ONU, de final y principio de las centurias; un evento histórico en el que líderes mundiales adoptaron la “Declaración del Milenio”? -Así es –asiente Winston– fue en el ocaso de un siglo y en la alborada de un nuevo milenio. Un compromiso global para abordar los principales desafíos sociales, económicos y ambientales del siglo XXI. Este compromiso dio lugar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), un conjunto de ocho metas concretas que los Estados miembros se comprometieron a alcanzar en los años siguientes).