Cuatro feminicidios han teñido de rojo, odio y saña en menos de 48 horas, entre el 2 y el 3 de enero del 2025, con niños que han quedado de pan en mano en diferentes ciudades de Honduras.
El 2 de enero, Angie Nicolle Rivera Galeano (20) fue asesinada a manos de su pareja en el barrio San Sebastián en el municipio de Catacamas, Olancho. Ese mismo día, fue ultimada a balazos Leydi Santos, originaria de Tocoa, Colón, en un sector del barrio El Campo municipio de Dulce Nombre de Culmí, departamento de Olancho.
Mientras, el 3 de enero, Arturo Díaz se quitó la vida balazos, tras matar a su esposa, Dalila Iveth Reyes, en el interior de su vivienda en la aldea Tapatoca en la ciudad de Choluteca, zona sur de Honduras.
Ese mismo día, fue encontrado el cuerpo desmembrado de Catherine Michel Rodríguez González (17), en el interior de sacos plásticos en el sector de Las Pilas en Choloma, Cortés, norte de Honduras.
El portavoz de la Secretaría de Seguridad, Miguel Martínez Madrid, registra una reducción de muertes violentas en el territorio hondureño, especialmente en el departamento de Olancho. “Si hacemos la comparación ha habido una reducción drástica de muertes violentas de mujeres a nivel nacional”, declaró Martínez Madrid. “Solo en Olancho se salvó 178 vidas y 183 a nivel nacional, datos comparados con el registro de 2023”, resaltó.
La reducción de muertes violentas de mujeres se ha dado por la aplicación del estado de excepción parcial y la necesidad de seguir implementando las demás estrategias, expuso.
La muerte de mujeres sucede por la poca cultura de los hondureños, baja educación, alto consumo de alcohol y drogas, comportamiento machista e irrespeto a la autoridad.
Organizaciones feministas del país señalan que las mujeres no deberían de morir por el simple hecho de ser mujeres, en ese sentido, exigen políticas públicas con castigos severos para que los hombres no sigan matando, cometiendo feminicidios.