“QUÉ lectura más variada, –mensaje de una amiga lectora–amena y entretenida de su libro Kairós”. “Las cartas a su nieta, los cuentos, extractos seleccionados de editoriales y espacio interactivo con el colectivo, las conversaciones de cierre, un regalo que atesoro, presidente, para leer varias veces antes de colocarlo en lugar preferente de mi biblioteca, para que quede a mis hijos”. “Y ese tema sobre el “EC (Era Común) y AEC (Antes de Era Común)” para mantener la neutralidad cultural, especialmente en textos dirigidos a audiencias internacionales, versus “a.C. y d.C.”, las abreviaturas aceptadas y más utilizadas en el ámbito hispanohablante para referirse a períodos cronológicos en relación al nacimiento de Cristo, ha despertado interés inucitado en los lectores”. Como decíamos ayer, ya que hemos estado en temas alejados de lo tedioso y de lo mundano de todos los días –que encanta a los políticos para mantener estresada a la pobre gente pobre, angustiada por sus ingentes problemas sin solución a la vista– sigamos con lo espiritual.
“Qué regalo –escribe la vieja amiga– ha sido ser parte del COLECTIVO”. “Es sin duda una escuela”. “Sí que debería ser AC antes del Colectivo y DC después del Colectivo…. siglas ya tomadas…”. “Como siempre, el cierre, nos deja con un rico sabor”. Alusivo a esta conversación: (Aquí, –sin pecar de herejía, y ni lo quiera la Virgen, hacer comparaciones– ya circunscrito a un contexto específico de esta nueva metodología de los editoriales con las conversaciones de cierre, ni se te ocurra utilizar AS y DS (Antes del Sisimite y Después del Sisimite). -Entendido –responde el Sisimite– con tal que a vos tampoco se te ocurra el AW y DW (Antes de Winston y Después de Winston). -No –ironiza Winston– en este momento mi preocupación es meditar sobre cómo era mi vida AV y DV (antes y después de Victoria)).
Para la nena, pese a las explicaciones del editorial del fin de semana, eso de “Era Común” es raro –sí ha habido “era del hielo”, “era de bronce”, “era de los dinosaurios”– y le comenta a su mamá que eso es como que hubiese una “era rara”. (A ver –entra el Sisimite– ¿qué dirías a eso? -Esas eras –tercia Winston– eran “comunes” para los que vivieron en ellas, ya que común sería lo aceptado por la mayoría durante esos períodos históricos, obviamente para nosotros no. Y sí, hay era rara. Esta que estamos viviendo, en que la mayoría de la gente pasa prendida a la superficialidad de sus celulares y chunches digitales. Es una era fría, casi como la era gélida del hielo, en materia de convivencia; que se olvidaron de compartir en familia, de fraternizar en vecindad, de la fe de los templos y de las iglesias, valorando lo espiritual no solo lo material; platicar y escuchar sin la divagación del “iPhone”, como zombis; compartir ejercicios y juegos saludables con sus amigos y compañeros, aprender dialogando como hace la nena con su mamá; comunicar sus estados anímicos con palabras, respetando el abecedario, la gramática y el idioma, no con pichingos, como en la “era rupestre”; vocación por la lectura que educa, ensancha la cultura, transporta a otros mundos, abre la imaginación, agranda la facultad comunicativa, la concentración y la empatía, –no en la inmediatez ni la prisa, de vida o muerte, desperdiciando el tiempo útil mandando y recibiendo nimiedades de un inagotable surtidor de estupideces, saltando de una babosada intrascendente a otra, dañando las redes cerebrales que configuran el proceso cognitivo de adquisición de conocimiento– o dedicar día y noche, en éxtasis hipnótico, todo el tiempo, adictos a la pantalla en frívolo entretenimiento; o en las redes difamando, insultando y propagando conflicto y odio; en fin, no deja de ser rara la era cuando se pierde el valioso contacto personal, comprometida la existencia por esa frígida relación distante de esta era rara en que vivimos).
(Hace unas décadas –vuelve el Sisimite– el AC y DC era antes de las computadoras y después de las computadoras. -Pues ni modo –ironiza Winston– obsequio de la tecnología, hoy sería AC (antes del celular) y DC (después del celular).