Azorra locos

La oposición venezolana con papeletas en la mano demostró tras las elecciones generales en su país celebradas el 28 de julio de 2024, que ellos habían arrolladamente triunfado con poco más de 4 millones de votos de diferencia del madurismo. No obstante, estos pillos, sin haber mostrado papeleta alguna a su favor, se declararon victoriosos de la gesta electoral, robándose descaradamente dichos resultados. Un megafraude que, salvo los incondicionales al régimen tirano, la comunidad internacional, nunca reconoció.

Lamentablemente, fuera de comunicados estériles, tampoco esta comunidad hizo nada para ayudar a restablecer el orden democrático en el país sudamericano. Palabras y más palabras vacías. Hasta surgió un movimiento denominado “Ya casi Venezuela”, que, señalando una fecha fatal, hacía presagiar que, si el régimen venezolano no reconocía su derrota y se apartaba del poder, entonces podría esperarse una intervención armada de una fuerza privada estadounidense a cargo del ex militar Erik Prince, apoyada por drones y un sistema sofisticado satelital, que hacía entender que el señor Elon Musk, era parte esencial de la operación.

Llegó el tan esperado día, y salieron con la tibia historia, que ese ansiado momento era para iniciar una recolecta de dinero con que pagar a las fuerzas combatientes encargadas de cumplir la misión. Desde luego, esto fue una monumental tomadura de pelo que se volcó en una terrible decepción. Y lo más cercano a este tipo de farsa recién ocurrió con un periplo, que más pareció otro burdo teatro que el presidente electo, González Urrutia, realizó previo a la toma de posesión del gobierno usurpador, por Argentina, Uruguay, los Estados Unidos, Panamá y República Dominicana, buscando respaldo, y que, en la compañía de 12 expresidentes, venidos de Bolivia, Paraguay, Panamá, México, Colombia y Ecuador, lo pudieran acompañar para viajar a Caracas a su toma de posesión.

¿Qué sucedió? Otra vez absolutamente nada, aún y cuando el canciller panameño declaraba que el día 10 venía una gigantesca sorpresa en Venezuela. ¡Pamplinas! Todo fue un escándalo de azorra locos, que nuevamente dejó una profunda decepción, primero, en sus seguidores, a quienes sólo les queda de hoy en adelante, el remedio del agua y del ajo, léase: “Aguantarse y a joderse”. Y segundo, en el mundo democrático, que expectante, esperaba el fin del chavismo-madurismo.

Y saben que, hasta aquí llegó la oposición. No más elecciones, ni pataletas que valgan, el régimen no va a correr más riesgos. Por tanto, la oportunidad era ahora o nunca. Y olvidénse, tampoco llegará una fuerza extranjera para liberar a Venezuela. Debió ser un golpe interno, y dejen de contar. Claro, ¿con qué dientes? Fin de la historia.

J.J. Pérez López.
Barrio El Manchén.
Tegucigalpa, M.D.C.

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