“ME encanta el editorial de hoy –mensaje de la mamá de la nena de los cuentos– explica mucho mejor lo que vengo hablando con La Nena (que desea comprender por lógica, la fe) lo intangible; no solo existe lo que vemos, es lo que sentimos, la esencia y lo que nos diferencia a los seres humanos”. Alusivo a la conversación de cierre: (Quedemos –entra el Sisimite– aunque históricamente, no haya consenso sobre la fecha exacta del nacimiento de Jesús ni sobre la naturaleza de la Estrella de Belén, la imprecisión no es nada rara dada la ausencia –aparte de citas en los evangelios– de datos fehacientes de aquella época. -Sin embargo –interviene Winston– volvemos a los valores intangibles que, aunque no se vean o se toquen no quiere decir que no existan. “Ambos aspectos combinan elementos de tradición, simbolismo y posibles fenómenos astronómicos”. “Lo que permanece constante es el mensaje espiritual del nacimiento de Jesús –su vida, su divina obra, su sagrada historia, su ejemplo– como un evento de esperanza y redención, independientemente de su exactitud histórica”).
“Me gustó mucho su artículo –mensaje del filósofo del colectivo– porque a mí me encanta todo lo que tiene que ver con la historia y la cultura greco romana”. “Los romanos decían que el año empezaba con Jano que es esa figura griega en la que hay dos caras de la misma moneda”. “La cara anterior significa el pasado y la cara posterior el devenir que es el corte que se hace mentalmente en cada año y ahí los romanos aprovechaban para pagar sus cuentas, para pagar impuestos, así como lo tenemos ahora actualmente”. “Es fascinante la influencia de todo un montón de cosas que hacían como lo hacemos ahora”. “Nuevos proyectos al comienzo de un nuevo año, igualito en tiempos de Roma”. “Otro tema es que el año en Roma comenzaba al inicio del verano, en la primavera, en marzo porque era como un renacimiento –el crujido de las hojas y el brote de las flores–después del frío invierno”. Alusivo a esta cita: “El Nuevo Testamento no menciona la fecha exacta del nacimiento de Jesús”. “La elección del 25 de diciembre probablemente se debió a la coincidencia con las festividades romanas del Sol Invictus (el Sol Invencible) y las Saturnales, celebraciones paganas asociadas al solsticio de invierno”). (Sabías –entra el Sisimite hurgando la IA– ¿que en la cultura romana Jano (Ianus) era el dios de los comienzos, las transiciones, las puertas, los pasajes y los finales? “Representado con dos caras que miraban en direcciones opuestas: una hacia el pasado y otra hacia el futuro. Esto simbolizaba su capacidad para ver simultáneamente lo que había ocurrido y lo que estaba por venir”. “Por ello, Jano era un símbolo de la transición y del cambio, y su culto estaba íntimamente ligado a momentos cruciales como el inicio del año, los ciclos agrícolas, y los momentos de paz o guerra”. -Leí –tercia Winston– que “la creencia en Jano como deidad de las transiciones impregnó la forma en que los romanos concebían el tiempo, el destino y su papel en la historia”. “En los momentos de crisis, los romanos miraban hacia el pasado en busca de lecciones y ejemplos para guiar el futuro, confiando en que su conexión con lo divino aseguraría el éxito de sus empresas”. “Este enfoque cíclico de la historia contribuyó a la resiliencia de Roma y a su capacidad de adaptación en un mundo en constante cambio”).
(Una posdata al filósofo del colectivo –vuelve el Sisimite– “La filosofía y la psicología modernas también se inspiran en el dualismo de Jano”. Por ejemplo: “El concepto de liminalidad (los momentos en que una persona o sociedad está “entre dos estados”, como una transición cultural o personal) tiene raíces en el simbolismo de Jano”. Pero además “las transiciones como el cambio de etapas en la vida (infancia, madurez, vejez) suelen representarse como pasos hacia “puertas” o “umbrales”, conceptos asociados a Jano”. -Quedamos pues –filosofa Winston– que hoy “la influencia de Jano se manifiesta en cómo las sociedades modernas enfrentan los cambios, recordando que el pasado y el futuro están interconectados”. “Esta idea sigue siendo relevante en contextos personales, culturales y políticos, donde el pasado se utiliza para aprender y proyectar un futuro mejor”. Si tan solo los políticos de acá leyeran, para aprender de las lecciones del pasado, quizás no estarían proclives a repetir los mismos errores. ¿Y cuáles de ellos –inquiere el Sisimite– habrán leído Kairós? -Uno que otro lector –responde Winston– del colectivo, para diferenciarse del montón).