¿TIENEN ALMA?

VOY a visitar unos familiares –mensaje de una amiga empresaria– a los Estados Unidos, y me pidieron que les llevara un ejemplar de su libro Kairós”. Es, no se lo digo como halago, de los últimos libros que he leído, la lectura más entretenida, y cierta sobre la realidad que se vive hoy; lamentando el retroceso sufrido por la presente generación, en valores, en prioridades que fueron pilares de la sociedad nuestra, mucho más estructurada que la actual”. Otro buen amigo lector del colectivo: “Estoy aprendiendo muchísimo de la lectura de Kairós”. “Me fascina su estilo, el sentido del humor, la sutil ironía y su forma de relatar historias”. “Qué título más sugestivo escogió para el libro”. “Escuché atentamente al cardenal Óscar Andrés Rodríguez en un foro, con su elocuencia de palabra, agradeciendo el obsequio que le hizo y explicando el significado teológico del término Kairós, como complemento a las referencias ofrecidas en la contraportada del libro”.

“A mí (dice la Nena) –mensaje de la mamá– me gustaría que no existieran fronteras, que todos fuéramos América, Asia y Antártida y que pudiéramos viajar de un lugar a otro sin tener que pedir permiso, el mundo sería un poco mejor”. Usted es ejemplo que se puede dominar dos idiomas y no deformar la lengua materna, lo digo por los «grinchos» gringos/catrachos, aquellos que escriben primero el adjetivo antes que el sustantivo, y de postre nos hace leer sus escritos con mataburros (diccionario) a la mano”. “Así que su contribución no se limita a brindar una opinión, nos invita a pensar, razonar y aprender el español”. (Winston le responde: Es que su papá era profesor de gramática y de sintaxis, y aunque estudió en la Escuela Americana, le exigía gramática y lectura en español. -“Aquí viendo los ejemplos, yo le compro libros en español a la nena”. Qué bien –asiente Winston– manda a decir que él hubiese querido ser como ella, pero toda la primaria sacó malas notas. Solo en español porque su papá lo quedaba viendo mal si llegaba con mala calificación en esa materia. -“¿En serio? Ja, ja, ja –contesta la mamá– pues imagine yo, malísima en matemáticas y esta nena las ama, será por mi madre y mis hermanos esa facilidad”. “Ya le dije: pasando la división, esa matemática es asunto tuyo”). Otro amigo lector: Volví a leer en su libro Kairós, el cuento de don Oscar –Whisky, el chuchito que de niños les regalaron en una Navidad– y citando la parte final, sobre el sitio donde fue atropellada “Canela”, su novia, y al día siguiente Whisky: “¿Fue un suicidio? No lo sé. Pues si es difícil escrutar el alma de los hombres, más difícil aún es escrutar el alma de los animales”. “Mi pregunta es: ¿Tienen alma los animales?”. Escudriñando la IA: “La respuesta a si los perros tienen alma depende del enfoque desde el cual lo veamos: filosófico, religioso, o científico. Cristianismo: Hay posturas variadas. “La teología tradicional a menudo señala que los animales no poseen alma inmortal como los humanos”.

“Sin embargo, muchos creen que los animales son parte del plan divino y que su esencia podría trascender”. (El 10 de enero de 1990, durante una audiencia general, el papa Juan Pablo II afirmó que “algunos textos admiten que incluso los animales tienen un soplo o aliento vital y que lo han recibido de Dios”). Religiones orientales: “En religiones como el hinduismo o el budismo, los animales, incluidos los perros, se consideran seres con alma, y pueden estar en un ciclo de reencarnación”. Espiritualidad moderna: “Algunas corrientes espirituales sostienen que todos los seres vivos tienen alma, porque forman parte de una energía universal”. “Muchos filósofos consideran que los animales tienen algún grado de conciencia, lo que podría interpretarse como una forma de alma”. En la ciencia: “Aunque la ciencia no habla de “alma” como tal, sí se ha demostrado que los perros tienen emociones, conciencia, y una capacidad impresionante para relacionarse con los humanos”. “Esto lleva a algunos a interpretar que tienen un “espíritu” o “esencia” que trasciende lo puramente físico”. (Ajá –entra el Sisimite– ¿y vos qué opinás? -Solamente –ironiza Winston– que nosotros tenemos mucha más alma que un hatajo de gente desalmada que anda rondando por ahí. Despiadados, miserables, y mal agradecidos. Animales desalmados ellos, no nosotros).

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