“AMÉN. –mensaje del fundador del colectivo– Teólogo el chucho”. La vieja amiga: “Su libro Kairós, (solo me quedan unos desayunos más de tan cautivadora lectura, para saborear con mis semitas y el café de todas las mañanas), es un testimonio de ternura a los animalitos de Dios y particularmente a los chuchitos de su casa”. La doctora amiga: “Siempre recordando en sus editoriales lo del alma de los animales”. “Sin duda la tienen y quizás más noble que muchos humanos”. “Gracias por ese bello editorial dedicado a los animales, muy especiales para todos”. Otra lectora amiga: “Qué editorial tan tierno sobre el alma que tienen los perros; realmente que se tienen que cuidar y consentir con ternura”. “Ya he visto reacciones de perritos ante situaciones de enfermedad o muerte, muy tierno este sentimiento, a pesar que no me gusta tener mascotas, son dignas de amarlas”. Alusivos a la conversación de cierre: (Se pulió la nieta –entra el Sisimite–con el sermón completo. -En algún lado leí –filosofa Winston–que “el perro es el único ser que te seguirá hasta el fin del mundo, no por lo que tengas sino por lo que eres”. -“Si los animales no tienen alma –vuelve el Sisimite– miren el alma de muchos hombres, y después me cuentan”. -Si los animales no tuviéramos alma –concluye Winston– ¿entonces Dios se equivocó dándonos más bondad y nobleza que a mucha gente?).
(Ajá –entra el Sisimite– ¿te gustó el sermón de la nieta sobre el alma de los animales, de su Chat-GPT? -Por supuesto –interviene Winston– aquí te traigo este chunche para mayor ilustración. -¿Y no es –reclama el Sisimite– que vos no sos adicto a esos chunches? -Si es prestado –aclara Winston– solo lo traje para que leas lo otro que explica la IA sobre este mismo asunto del alma: “La cuestión de si los animales, incluidos los perros, tienen alma y pueden compartir la vida eterna ha sido debatida durante siglos en el cristianismo”. Aunque la Biblia no aborda directamente esta pregunta, hay algunos pasajes y perspectivas teológicas que pueden ayudar a reflexionar sobre el tema: La idea de alma en los animales: En Eclesiastés 3:19-21, se dice: “Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es; como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia…”. “Este pasaje sugiere que tanto los humanos como los animales tienen un “espíritu” o “aliento de vida”, lo que podría interpretarse como una conexión espiritual compartida”. Bueno –interrumpe el Sisimite– pero “tradicionalmente, se ha entendido que los humanos poseen un alma inmortal creada a imagen de Dios (Génesis 1:26-27), mientras que los animales tienen una “alma viviente” en el sentido de estar vivos, pero no necesariamente inmortal”. “En el Génesis, Dios encarga a los humanos cuidar de los animales y de toda la creación (Génesis 1:28-30), mostrando un interés amoroso por ellos”. En el Salmo 36:6 se dice: “Tú salvas a los hombres y a los animales, Señor”. “Aunque el contexto no es específicamente escatológico, se puede interpretar como una muestra del cuidado divino por todas sus criaturas”).
(Sigo leyendo –continúa Winston– en el Nuevo Testamento, San Pablo menciona que “toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:19-22), “en espera de la redención final”. “Esto ha llevado a algunos teólogos a considerar la posibilidad de que la vida eterna incluya una redención no solo de los humanos, sino de toda la creación, animales incluidos”. Y no hay que olvidar –suma el Sisimite– que “San Francisco de Asís, conocido por su amor por los animales, veía a todas las criaturas como parte de la familia de Dios, aunque no habló explícitamente sobre la vida eterna para ellas”. -Vuelvo a citar –tercia Winston– “algunos pensadores cristianos modernos, como C.S. Lewis, han especulado que los animales que tienen una relación especial con los humanos (como los perros) podrían participar de la vida eterna debido a esa conexión y al amor de Dios”. Concluyamos –propone el Sisimite– “Oficialmente, la Iglesia católica y muchas denominaciones cristianas no han definido si los animales tienen un alma inmortal”. Sin embargo, el papa Juan Pablo II afirmó en una audiencia de 1990 que los animales “poseen un soplo vital recibido de Dios”, mientras que el papa Francisco en Laudato “sí subrayó el amor de Dios por todas las criaturas y la posibilidad de una restauración universal”. “Aunque el cristianismo tradicional no enseña que los animales tengan un alma inmortal como los humanos, existen interpretaciones que sugieren que el amor de Dios podría incluir a los animales en su plan de redención”. “Este tema, al estar abierto a diversas interpretaciones, puede inspirar esperanza para quienes encuentran consuelo en imaginar que sus compañeros animales estarán con ellos en la eternidad”. -Yo cierro –dice Winston– que “si juzgamos a los animales por su alma, mucha gente, y el hatajo de desalmados, quedaría en deuda con ellos”).