Esta grandiosa obra de arquitectura típica española fue principiada el año de 1700 y terminada en 1715, por el Ilustre Señor Obispo Fray Juan Pérez Carpintero. Consta el templo de tres naves, una central y dos laterales, con sus respectivas bóvedas y cúpulas. La portada queda hacia el Occidente, teniendo una elevada torre, con ocho campanas y el famoso reloj que cuenta horas, obsequiado por el Rey de España Don Felipe II.
Este reloj estuvo en el histórico edificio «La Alhambra» de España; y vino, juntamente con ochenta cuadros más, obsequiados por el mencionado Rey Don Felipe II, a la Catedral de Nueva Valladolid, hoy Comayagua. Tiene en su recinto, ocho altares que son famosos, destacándose de entre ellos, el Altar Mayor y los de El Rosario y Salamé, con sus caprichosos calados y artísticas molduras, ejecutadas por renombrados ebanistas españoles. En dichos altares se encuentran colocados, cuadros famosos de los pintores más renombrados de España, figurando entre ellos el célebre Velásquez, quien era el pintor de la Corte de Felipe II, por lo que se asegura que el gran cuadro de «El Arbol Genealógico,» pendiente en una de las paredes de La Sacristía, y que representa la descendencia de Jesús, desde el tronco de David, es obra de aquel célebre maestro.
Existen otros cuadros notables, tales como «El Sacrificio de San Bartolomé,» «El Salvador del Mundo» que es de gran belleza y naturalidad, semejante a la Joconda de Leonardo de Vinci; «La Sagrada Familia» y la colección de frescos de «La Pasión,» «El Bautista,» «San José,» «La Anunciación,» «La Presentación del Niño en el Templo» y «El Descendimiento» que es de una belleza y naturalidad asombrosas.
Entre las esculturas se destacan «San Pedro Arrepentido,» «La Soledad,» «Señor de Salamé,» «El Nazareno de San Francisco,» «El Señor de la Cruz» y «La Virgen de Concepción.»
La Catedral ha sido famosa por sus riquezas, especialmente por sus valiosas joyas y sus vasos sagrados, de oro macizo puro, lo mismo que por sus ornamentos y cortinajes de damasco.
El Tabernáculo, de dos metros de alto, todo de plata, lo mismo que los frontales, círiales, cruces altas, candelabros, cetros, placas e incensarios, todo de plata y con artísticas labrados, llenan de admiración propia y extraña.
El gran Órgano obsequiado por el Ilustre señor Zepeda ha sido completamente restaurado ahora, habiendo quedado magnífico y dando con su resonancia, aún mayor solemnidad a los cultos y ceremonias. Consta de dieciséis registros diferentes, semejando cuerno inglés, soprano y contrabajos, oboes, saxofonos, clarinetes, cornetas y más de dieciséis vibraciones por segundo, siendo éstos deuna gravedad que al confundirse con la resonancia de las naves del templo, causan atondimiento a personas alejadas que las escuchan.
Al lado sur del templo y en la nave de El Rosario se encuentra el «Sarcófago,» en donde están los féretros en que se encuentran embalsamados los cadáveres de varios obispos, algunos de ellos están el del señor de Guadalupe, quien edificó los templos de San Francisco de Tegucigalpa y La Caridad de esta ciudad, cuyo cadáver está entero, apenas con una picadura en la nariz, revestido él de pontifical, con chinelas y hebillas doradas, teniendo todavía la punta de una chinela, por donde se le ven los dedos del pie, con algunas uñas algo alargadas lo cual demuestra que aun con la muerte no cesa la actividad y el movimiento del cuerpo humano.
También se encuentran otras cajas conteniendo los restos de los Obispos Pérez y Carpintero, cuyos restos fueron exhibidos sobre un hermoso túmulo, levantado en la Catedral, cuando en 1915 se celebró el segundo centenario de su deceso. También existen los restos del Obispo señor Palencia, quien introdujo el agua a la ciudad e hizo construir la fuente de la Plaza Central hoy Parque León Alvarado
Al lado oriente de la Catedral, están la Sala Capitular y El Archivo Eclesiástico, estando sus salas, reedificadas, gracias al donativo del señor Presidente Dr. Paz Baraona y actividad del señor Canónigo don José H. Zúniga. A un lado y en la Capilla Carmelita se encuentra la «Galería de Retratos» de los Obispos coloniales, figurando entre ellos el del señor de Talavera, quien fue enviado por el Rey de España, a arreglar las diferencias entre don Pedro de Alvarado y Cristóbal de Olid, absuelto éste siendo condenado el segundo, y para el primero, la suma de 10,000 talentos que aquél generosamente, le perdonó, según consta en la respectiva inscripción que apareció al pie del retrato.
También están los retratos de los Prelados Señor Campos, Señor Guadalupe, cuya memoria he descrito antes y otros varios que no recuerdo, por el momento. En una de las paredes de la «Capilla Carmelita» se encuentra en su sarcófago, y encerrado en doble caja de plomo y madera, el cuerpo embalsamado del patriota don León Alvarado, quien murió en Londres, balbuceando las últimas palabras relativas a su esforzada intercesión en su amada patria, y a la fiesta de Candelarias de su pueblo.
La Catedral es un testigo mudo de hazañas épicas de tiempos pretéritos; pues en ella resistió heroicamente el inmortal don Dionisio de Herrera, el asedio que huestes guatemaltecas, encabezadas por Justo Milla, le pusieron el fatídico año de 1827.
También sirvió la Catedral, de fortaleza a los invictos patriotas que al lado del Presidente Lic. don Céleo Arias, resistieron el empuje formidable de las huestes guatemaltecas y salvadoreñas, encabezadas por los generales Espinoza y Solares, el 74.
En 1893, el Comandante de la plaza, General Zacarías Aguirre, subió a las bóvedas de la Catedral, varios grandes cañones Krupp, y desde lo alto de las bóvedas y torres del templo, hacía disparar sus baterías, día y noche, para atemorizar a los habitantes de la ciudad, y sembrar el pavor entre los aldeanos, quienes simpatizaban con la revolución acaudillada por Bonilla, Sierra, Arias y otros patriotas de aquella época.
Y, últimamente, los muchachos comayagüenses, en su mayor parte artesanos y estudiantes hicieron, sobre las bóvedas y torre de la Catedral, una heroica defensa, en combinación con las fuerzas del Cuartel de Prevención y guardia de cárceles, de la plaza, asediada y asaltada por las valerosa indiadas del General Ferrera, a quien le hicieron grandes destrozos en sus tropas, al grado que este jefe, en vista de la tenaz resistencia, trató de incendiar las manzanas adyacentes a la Catedral, lo cual no se llevó a cabo, por que los valientes defensores desocuparon la fortaleza, al haber quemado el último cartucho, y no recibir los elementos que dejó bstados de San Sebastián, el General Díaz.
Como se ve en la postal que acompaño, al frente de la Catedral está el Parque León Alvarado, con su hermoso follaje sus artísticas columnas, su verja y kiosko.
Fernando P. Cevallos (1870 – 1965).
Tomado de la Revista del Archivo y la Biblioteca Nacional