Marcio Enrique Sierra Mejía
La ineptitud, la impericia, la inexperiencia, la ignorancia y la incompetencia son características de torpeza que marcan la gobernanza del gobierno socialista de la presidente Xiomara Castro y, lamentablemente, subordinada a una cúpula del Partido Libre, que es coordinada por su esposo. La cúpula socialista que controla el Partido Libre va hundiéndose en situaciones de Estado fallido al enfrentar sus desafíos y debilidades, en consecuencia, van limitando su capacidad para consolidarse como una fuerza política socialmente respetable. En vez de generar confianza causan desconfianza, creyendo que al provocar la fragmentación social van a facilitar la construcción de una amplia plataforma política socialista.
El haber caído en una gobernanza que basa su administración en el nepotismo familiar desdice la doctrina socialista democrática y fomenta una dependencia enfermiza en figuras específicas, disque del Partido Libre, que han generado o contribuyen a consolidar el caudillismo, la corrupción y la dictadura de un liderazgo despótico permanente. Por ejemplo, el familión Zelaya Castro, Moncada, Flores Dubón y otros familiones secundarios. Los que contribuyen a anular cualquier intento para generar alternativas más democráticas y horizontales.
Al día de hoy, al Partido Libre, se le hace “cuesta arriba y difícil” construir alianzas con sectores de la sociedad que, en la pasada elección del 2021, lograron establecer para puntear en las elecciones y ganarlas. Han cerrado las posibilidades para tender puentes con grupos políticos o sectores sociales como son los empresarios, sectores de la clase media urbana o movimientos religiosos, necesarios para propiciar un alcance político exitoso. Sostienen un discurso radical que causa constantemente el rechazo de los sectores moderados o conservadores.
No han logrado demostrar una estrategia económica convincente. La política de refundación socialista que con tanto bochinche proclaman, adolece de un plan económico integral que demuestre la combinación coherente entre justicia social y sostenibilidad económica, lo cual ha causado a lo largo de sus tres años de gobernanza, incertidumbre en los sectores productivos del país. La inversión externa e interna se ha contraído. Enfatizan demagógicamente en una retorica contra el sistema capitalista, pero no establecen las alternativas viables para cambiarlo que inspiren confianza. Si bien, han logrado implantar una comunicación eficiente, los socialistas refundacionales hondureños, han fallado al no poder adaptarse a las dinámicas modernas de comunicación y redes sociales, permitiendo que los sectores conservadores prácticamente dominen en ese contexto mediático. La cúpula que controla al Partido Libre, conduce al país por una ruta de desarrollo azarosa, siniestra, nefasta, fatal, infausta, desdichada y temerosa. La mayoría de los hondureños y hondureñas estamos enfrentando una transición política incompatible con los anhelos democráticos que demanda la sociedad y que rechaza la política marxista refundacional que quiere imponer el Partido Libre. Es de políticos torpes fomentar el odio y tomar acciones del pasado como estímulo para sostener una emocionalidad política basada en el rencor y la venganza. Tratar de cambiar la dinámica capitalista impulsando actitudes torpes, es el error mayor que tienen a los refundacionales marxistas del Partido Libre, al borde del fracaso.