Carlos Medrano
En la jerga militar existe una orden que se le da a la tropa cuando está marchando y el comandante quiere que giren de manera radical en su rumbo diciéndoles “media vuelta Arrrr”. Así es la disposición que está dando el presidente de Estados Unidos Donald Trump a millones de deportados que han inundado al país norteamericano durante los últimos años. Trump ganó, entre otros aspectos, por su política radical antiinmigrante, prometiendo a los estadounidenses que deportaría de EE.UU. la mayor cantidad de inmigrantes en la historia, que acabaría con los programas DACA y parole y continuar con su sueño de cerrar la frontera sur con México con la construcción de un gigantesco muro que frene el paso de personas hacia los Estados Unidos.
El impacto que sufrirían nuestros países centroamericanos es todavía impredecible y podrían traer consecuencias insospechadas para la región, debido a los efectos económicos que representan las remesas familiares para nuestras economías. Ponerse a discrepar con Los Estados Unidos en estas condiciones tan desfavorables para Honduras es una acción política no muy apropiada y que traerá un impacto negativo para miles de compatriotas que viven ilegales en el imperio, y que manda religiosamente su dinero a los familiares que viven en Honduras. Nos guste o no nos guste, Estados Unidos es soberano para determinar quien vive en su país y las reglas del juego y conducta que se deberá seguir dentro de su país, de modo que deberemos respetar esta nueva realidad. Las primeras redadas antiinmigrantes de batallones del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), han generado pánico en la comunidad latina, muchos centros de trabajo están vacíos por el peligro a una deportación y lógicamente el nivel de remesas bajará signifi cativamente frente a esta nueva realidad.
Trump ya tomó varias decisiones ejecutivas que criminalizan a los inmigrantes, ha detenido a migrantes indocumentados no criminales; la adopción de una postura agresiva ante las políticas de ciudades santuario y no renovar el Estatus de Protección Temporal (TPS) incluido a miles de hondureños acogidos a este benefi cio migratorio. No nos molestemos por estas medidas soberanas ni ataquemos a los gringos por estar despachando a nuestros compatriotas en Estados Unidos, molestémonos con la clase política y gobernante que desde hace años no creó las oportunidades que el país necesitaba. Todos estos compatriotas que arriesgaron su vida buscando “el sueño americano”, y que con su esfuerzo y arduo trabajo mantuvieron a su familia con su dinero, en su mayoría arriban a Honduras derrotados, sin ningún peso en la bolsa, con la única mudada que es la que anda puesta. Presidenta Xiomara Castro, usted es responsable de crear un plan serio y responsable para reinsertar a todos estos compatriotas en el aparato productivo hondureño, sin distingos de colores políticos.
Dialogue con la empresa privada para crear las condiciones para reactivar la economía y generar los trabajos que se están necesitando, dele “vuelta de calcetín” a ese INFOP que no sirve para nada, más que para tener una pila de burócratas inútiles que son parásitos del Estado. Deje de pelear con los empresarios y siéntese en la mesa, fortalezca al Estado de Derecho, impulse unas elecciones libres y honestas que le de paz a este país, bote a ese montón de ministros inútiles que tiene que no están haciendo nada por Honduras y ponga gente que responda las necesidades de nuestro pueblo. EE.UU. no es el culpable de este problema migratorio, somos todos los hondureños que no hemos construido un país ejemplar, una nación con esperanza y un territorio próspero en el que podamos vivir con seguridad, con paz y con progreso para todos.