José María Leiva Leiva
Ante el paso inexorable de los años, sumado al cúmulo de importantes enfermedades de base, y la pérdida física cada vez más frecuente, de amados parientes de mi entorno familiar, procuro refugiarme en el camino de la fe, la resignación y la lucha resiliente por plantarle cara a los retos y desafíos que todo ello conlleva. En esta tarea, nada fácil, por cierto, encuentro, además, un bálsamo sanador en una aleccionadora lectura de mensajes motivacionales y terapéuticos que recibo a diario por diferentes medios, los que avivan la llama de la esperanza y la solidaridad e invitan a vivir con esfuerzo, coraje y disciplina una calidad de vida en medio de la tempestad.
Veamos entonces, puntuales ejemplos de lo antes dicho. (1) De todas las lecciones que la vida me está enseñando, la principal es esta: Hay decisiones que tenemos que tomar; hay cambios que tienen que ocurrir; hay miedos que tenemos que afrontar; hay soledades que tenemos que soportar; hay lágrimas que tenemos que derramar; hay nuevos comienzos que tienen que florecer de alguna manera dentro de nosotros. Porque incluso cuando pensamos que no somos capaces de soportar algo, el tiempo nos demostrará que somos más fuertes de lo que pensábamos y más valientes de lo que imaginábamos.
(2) Si estás vivo, es porque tu corazón aún late, tus pulmones funcionan para que respires… tienes vida, aprovéchala, no dejes ir oportunidades, nunca dejes de pedir ayuda cuando la necesites, nunca dejes de decirles a los que amas que los amas. Busca tu felicidad, haz lo que tú quieras, pero busca tu bien. Persigue tus sueños, lucha contra la adversidad, ten esperanza siempre. Nunca dudes de ti, ámate, vence tus miedos. Y no te rindas jamás.
(3) Sé feliz, no olvides que el destino baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos. Disfruta de lo que tienes… mientras llega lo que quieres. Jamás pierdas la alegría de vivir. Recuerda que siempre habrá un nuevo día. Busca una razón para reír, una ilusión para vivir y miles de motivos para ser feliz. Todos los días son un regalo de Dios y una oportunidad para enmendar lo que ayer salió mal… Sabes, las injusticias se pagan, el dolor se supera, el amor llega, la verdad existe, el coraje te levanta. El miedo te fortalece, los errores te enseñan. Porque nadie es perfecto y porque estás vivo. La vida siempre te da una segunda oportunidad.
(4) De aquí, que los más optimistas hablen de la belleza de la vida. Por qué cada día ofrece nuevas oportunidades, cosas que descubrir, metas que alcanzar, personas por conocer, emociones que capturar. Y como sea, te dará lecciones que no se olvidan. Aprendamos a vivir la vida… intensamente, a no posponer las emociones más lindas, pensando que, si no es hoy, será mañana, recuerda que tu tiempo es hoy, la vida es hoy. Que el reloj de tu vida marque cada minuto al compás de los latidos de tu corazón. No seas de los que esperan toda una semana que sea viernes, todo el año que lleguen las vacaciones y toda una vida para ser felices. Disfruta cada día de tu vida.
(5) Ser agradecido te honra. La gratitud es la memoria del corazón. Si en la vida tu única oración fuera “gracias”, esta sería suficiente. El estar vivo es una de las mejores razones para ser agradecido. La gratitud no es sólo la mayor de las virtudes, sino que está emparentada con todas las demás. Sentir agradecimiento y no expresarlo es como envolver un regalo y no entregarlo. El agradecimiento es la forma suprema del pensamiento. Escoger ser positivo y tener una actitud de agradecimiento determinará como vivirás en la vida.
(6) No cargues cosas que no necesitas: Opiniones, negatividad, el pasado, culpa, problemas de los demás, qué dirán, miedo. Se nos olvida que la vida es un ratito, que las personas no son eternas y que las oportunidades se acaban. Digan, hagan y quieran todo lo que puedan hoy, porque tal vez mañana ya no se pueda. Por último, recuerda que cuando abandones esta tierra, no podrás llevar contigo nada de lo que has recibido, solamente lo que has dado: un corazón enriquecido por el servicio honesto, el amor, el sacrificio y el valor.