EL gobierno colombiano –desde la humillación de la Casa Blanca, en lo que toca a los deportados– no sale de las vergüenzas. La crisis gubernamental estalló cuando afloraron divisiones en un polémico consejo de ministros transmitido por medios de comunicación y redes sociales. El foco del malestar fue el nombramiento, como jefe del despacho de la presidencia, de “un político con proceso de corrupción”. Tras las críticas de la vicepresidenta, respaldadas por otros altos funcionarios, vino la ráfaga de dimisiones, obligando “a Petro a pedir a todos sus ministros la renuncia protocolaria”. A lo anterior se suma el reconocimiento público presidencial de haber utilizado durante la campaña política –dizque sin saberlo– una avioneta de un contrabandista, conocido como “Papá Pitufo”. “Éramos muy pocos en la avioneta –relata en una entrevista– uno de nuestros propios acompañantes tomó fotos de nosotros subiendo y en el interior, para entregárselas a Papá Pitufo con el fin de extorsionarnos”.
Solo que los escándalos pringan a diestra y siniestra: “La justicia argentina –informan los despachos de prensa– investigará si el presidente argentino cometió un delito al promocionar en sus redes sociales una criptomoneda que se derrumbó horas después de su lanzamiento”. El argentino “quedó en el ojo de la tormenta tras anunciar en X un proyecto para financiar empresas locales, incluido un enlace al contrato digital para comprar una criptomoneda creada ese mismo día”. “Poco después, eliminó el mensaje y la presidencia aclaró que no tenía relación con la iniciativa”. “En ese lapso, el precio de la criptomoneda $LIBRA creció desde centavos hasta 4,978 dólares, hasta que se desató una tendencia a la venta y el valor del activo se derrumbó en pocas horas, causando pérdidas millonarias”. “Un juzgado federal fue designado para centralizar las denuncias que piden determinar si Milei incurrió en asociación ilícita, estafa e incumplimiento de los deberes de funcionario público, entre otros delitos”. (Vaya casualidad, el inquilino de la Casa Blanca compartió en sus redes, Truth Social, una imagen del argentino, sin comentario, junto a una frase atribuida al libertario: “Si imprimir dinero acabara con la pobreza, imprimir diplomas acabaría con la estupidez”). Mientras la Sheinbaum pelea con los mapas Google el nombre del Golfo de México que lo cambiaron a Golfo de América, y en las monsergas mañaneras suplica a las industrias instaladas en México, por amor a la virgen de Guadalupe, que no se muden, temerosas por el inminente castigo de los aranceles, no dice ni pío sobre el informe de Transparencia Internacional, con su Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2024. “En una escala de cero a 100, donde 100 es más honestos y cero más corruptos, México obtuvo 26 puntos en 2024, en el lugar 140 de 180 países donde se midió el IPC”. “México es el peor país en materia de corrupción de los 34 países con mayor desarrollo económico del mundo agrupados en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)”. “26 puntos en el último año de AMLO –señala un influyente columnista de periódicos mexicanos– es la peor calificación que ha tenido México desde que comenzó a medirse el IPC en el año 1995”.
(López Obrador –recuerda el Sisimite– citando el mismo índice, apenas unos días de su toma de posesión, calificaba de “vergonzosa” la situación heredada. -Las vueltas que da la vida –comenta Winston– hoy la vergüenza es mayor. ¿Y no es que las elecciones pasadas –vuelve el Sisimite– las perdió la oposición dizque por la percepción pública de sus gobiernos corruptos? ¿Te acordás qué –ironiza Winston– en los últimos días de su mandato, AMLO sacaba su pañuelo blanco con el que presumía de honestidad, comparado a los períodos pasados, diciendo: “Nosotros somos diferentes”? Pues bien –se ríen ambos– a juzgar por esas últimas estadísticas que ahora se conocen, parecería que no tan diferentes).